El poder de las palabras. Desde la oposición / desde el gobierno


Dulce María Sauri Riancho
Fueron palabras las que causaron la pérdida multimillonaria que sufrió la Bolsa Mexicana de Valores el “jueves negro” de la semana pasada. El poder de las palabras está fuera de toda duda. Habladas o escritas —sea en textos impresos o mensajes de la “web”—, adquieren un peso específico que va más allá de su significado al entrar al torrente de la comunicación social. Puede tratarse del momento o la forma, de la persona que las emite y de la autoridad que la reviste, lo que obliga a considerar la importancia o la necesidad de prestarles debida atención. Justamente esa conjunción fue la que se manifestó cuando el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, Ricardo Monreal, presentó la iniciativa para eliminar las comisiones bancarias del sistema nacional. Veamos cuál fue la fuerza letal que desató hace siete días.

Hablar desde la oposición / Hablar desde el gobierno. Quienes integran las bancadas de Morena en el Senado y en la Cámara de Diputados provienen principalmente de partidos y organizaciones que fueron opositoras sistemáticas al gobierno en turno. Aquellos que tienen experiencia legislativa, que son pocos en la fuerza mayoritaria, se caracterizaron en el pasado por presentar sistemáticamente iniciativas de ley o proposiciones parlamentarias conscientes de la dificultad para conseguir el voto favorable de la mayoría dominante. Lo que importaba era dar a conocer la propuesta, algunas de plano descabelladas, porque sabían que serían desechadas. Tal fue el caso de diversas iniciativas en materia fiscal, como la reducción del precio de las gasolinas vía la eliminación de impuestos.
Durante la campaña, López Obrador prometió insistentemente bajar su precio, así como el del gas. Desde que ganó el 1 de julio no ha mencionado su promesa y, a cambio, ha emprendido el largo e incierto camino de construir refinerías para abaratar las gasolinas.

Como oposición era fácil proponerlo, pues ellos, Morena, no hubieran tenido que sufrir las consecuencias del descenso en los ingresos gubernamentales en más de 100 mil millones de pesos. En la nueva legislatura, ninguno de los diputados de Morena ha presentado iniciativa alguna para materializar esta promesa de campaña, cosa que sí han hecho legisladores del PAN y de Movimiento Ciudadano. La regla de oro de la prudencia del partido en el gobierno fue rota con la iniciativa del senador Ricardo Monreal sobre las comisiones bancarias.

Materia prima de las palabras. El sistema bancario nacional obtiene un tercio de sus utilidades de los pagos de “comisiones” que los usuarios hacemos por diversos servicios, entre los cuales destacan el uso de cajeros automáticos, chequeras, anualidades de tarjetas, entre otros. Ciertamente son cuantiosos y abusivos los pagos que tenemos resignadamente que afrontar, porque todas las instituciones los aplican, lo que significa que poco lograríamos si nos cambiamos de banco, pensando que la nueva opción operará de manera distinta.

Pero ¿era ese el mejor camino para lograr el objetivo de comisiones más bajas? Definitivamente no, dado que el gobierno cuenta con otros instrumentos legales y políticos para “apretarle las tuercas” a los bancos, antes de embarcarse en una iniciativa tan polémica.

Dime quién habla. Monreal es un personaje en Morena, con amplia experiencia legislativa que obtuvo como legislador del PRI y del PRD. Con estos antecedentes, no considero que haya sido un accidente haber presentado su iniciativa justo el mismo día en que el Senado fue lugar de otras dos acciones importantes para el gobierno de su partido. Me refiero a la iniciativa para legalizar el consumo, cultivo, industrialización y comercialización de la mariguana, presentada por Olga Sánchez Cordero, actual senadora y futura secretaria de Gobernación, y la solicitud de licencia de Alfonso Durazo, para preparar su ascenso a secretario de Seguridad del nuevo gobierno.

Ambos acontecimientos quedaron borrados por la propuesta del senador Monreal.

Si se descarta que Ricardo Monreal se haya dejado llevar por los celos de los reflectores sobre sus compañeros y haya decidido ganarlos para sí, entonces preocupa que esta iniciativa haya sido presentada después de la reunión sostenida por el presidente electo con toda la bancada de Morena en el Senado y en la Cámara de Diputados.

¿”Línea” presidencial? ¿Globo “sonda” para explorar reacciones del sector financiero? ¿Advertencia sobre la vulnerabilidad de las ganancias bancarias? Si así fuera, ¡a qué costo!

Palabras mayores. Tras la tempestad desatada el “jueves negro” vino un apresurado pronunciamiento de López Obrador respecto a su futuro gobierno.

Brindó amplias garantías basadas en su palabra de que no habría cambio alguno en la normatividad bancaria en los primeros tres años de su administración. Mágicamente los mercados se serenaron y la paridad peso-dólar detuvo su brusca caída. No fue su encanto personal, sino un reconocimiento a su credibilidad y apoyo popular. Pero eso se gasta rápidamente y las palabras inadecuadas al momento y a la circunstancia, pueden erosionar la confianza ciudadana en la nueva administración.

Ni López Obrador ni los suyos serán oposición en los próximos tres años; son gobierno y deberán actuar con la responsabilidad que esto implica.

Comenzar por ponderar cuidadosamente las palabras antes de expresarlas sería un buen principio.

Palabras poderosas. Las de la sociedad yucateca que repudió unánimemente el artero ataque a Andrea, cometido por quien decía amarla. Por los cientos de voces levantadas, por el valor de la denuncia y el respaldo popular, este acto atroz no quedó en el anonimato del sufrimiento personal. Y deberá ser sancionado enérgicamente, sin subterfugios legaloides que lo eviten.— Mérida, Yucatán.

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