Resultados del "Buen Fin". Ricos y tarjetas...

Dulce María Sauri Riancho
Adiós a Fidel. Me quedo con su utopía de la Igualdad

La intensa movilización registrada durante el “Buen Fin” pareció ajena a la tormenta económica que pretende desatar Donald Trump sobre México. Las expectativas de ventas se rebasaron, al incrementarse 8% en lugar del 5% proyectado. Se calcula que en la capital del país se registraron ventas por 23 mil millones de pesos, 25% del total nacional, estimado en 88 mil millones de pesos. En Yucatán, las ventas realizadas superaron los 6 mil millones de pesos.
No es suficiente explicación el adelanto parcial del aguinaldo. Creo más bien que fue el efecto “tarjeta” el que influyó significativamente en el auge de compras. Por eso acudí al informe del Banco de México, titulado “Indicadores Básicos de Tarjetas de Crédito”, de junio de 2016. En él se consigna que en esa fecha existían 23.4 millones de tarjetas de crédito, con un saldo de casi 306 mil millones de pesos. Del total de tarjetas, 10.6% corresponden al nivel Platino; 29.4% al nivel Oro y 60%, al Clásico. Sólo el 52% utiliza las tarjetas como crédito, por el cual pagan efectivamente intereses mensuales. En cambio, el 48% de los usuarios liquida la totalidad de su saldo cada mes, para no causar intereses; para ellos las tarjetas son medios de pago, en vez de dinero en efectivo. A éstos se les denomina “totaleros”, de los cuales el 52% posee una tarjeta de nivel Platino; el 50%, Oro y el 47%, Clásico. Ya veremos si el próximo año se mantiene la tasa de morosidad (no pago) del 5%, o si se incrementa como parte de la difícil “cuesta de enero”.

Aún con estos datos sobre tarjetas de crédito y la presunción de su “planchado” durante el “Buen Fin”, no encontraba elementos que me permitieran aclarar las causas de la proliferación de centros comerciales y la apertura de lujosas tiendas que ofrecen productos dirigidos a la población de altos ingresos. Con esta inquietud en mente, me topé con un reportaje de Expansión-Inmobiliario, titulado “México Suntuoso”, donde se señala que nuestro país es el mercado de lujo “más importante de América Latina” y el octavo en el mundo. Una minoría no tan pequeña, estimada en 16.8 millones de mexicanos, 14% del total, tienen el perfil “Affluent”, es decir, poseen el nivel más alto de vida y de ingresos de México. El mercado nacional de lujo está valuado en 14 mil millones de dólares americanos (280 mil millones de pesos, al tipo de cambio de 20 pesos por dólar). Aun en medio de la inestable situación económica, se proyecta un crecimiento espectacular del 34% para el mercado nacional de los bienes de lujo en 2019, muy superior de un estimado mundial del 5% anual. El 58% de este grupo privilegiado está compuesto por hombres y el 42% por mujeres. La mitad de las y los afortunados tienen entre 36 y 50 años y el 62% son empresarios. Entre el “top” de los consumidores también hay diferencias. De acuerdo con esta investigación, el 48.6% pertenecen al grupo A/B, con ingresos superiores a 80,000 pesos mensuales. Son los que “compran autos, joyas, viajes, ropa y yates”. Un poco más abajo, con ingresos entre 40,000 y 80,000 pesos mensuales, están los que enfrentan limitantes para invertir y ahorrar para el futuro, pero que gastan como si pertenecieran al estrato superior, porque “su comportamiento de consumo es aspiracional”: quieren parecerse a los más ricos, así sea a costa de endeudarse. Para ilustrar esta aseveración, el reportaje aludido señala que el 6.4% de los hogares urbanos están en condiciones de adquirir una propiedad de 6.5 millones de pesos, “en las zonas más exclusivas”. La élite de este grupo de privilegiados está compuesta por un exclusivo número de 198,361 mexicanos mayores de 15 años, menos del medio por ciento (0.47%) del total, que poseen una riqueza que va de un millón de dólares en adelante. La estimación consignada en el reportaje aludido señala que en 2025 aumentarán hasta 297,000 personas. En este “mapa de la riqueza”, la mayoría se ubica en Ciudad de México, Nuevo León, Jalisco, Querétaro, Estado de México y Quintana Roo. Yucatán aparece en el cuarto lugar por el número de distribuidoras de automóviles de lujo (con valor entre $419,000 y 4.5 millones de pesos) instaladas en una entidad. En Mérida existen 8 establecimientos de este tipo, misma cifra que en Nuevo León. Nuestro país concentra el 36% de los centros comerciales de América Latina (661 de un total de 1,850), donde se pueden encontrar exclusivas marcas, identificadas con el lujo a nivel mundial.

La explicación del consumo de lujo como motor del comercio no es para enorgullecernos.

Pinta la polarización social y la concentración del ingreso, en contrapartida con la necesidad de fortalecer el mercado interno y hacerlo poniendo por delante el consumo de productos nacionales.


Me imagino que al selecto número de millonarios en dólares poco preocupa la depreciación del peso y sus consecuencias sobre la inflación. Revisar las políticas fiscales y hacendarias demanda considerar gravar a las personas que más pueden aportar al desarrollo nacional. Y aligerar la carga de las empresas para que puedan invertir, crecer y competir exitosamente en los mercados, donde los consumidores propietarios de las tarjetas Clásica y Oro puedan emplearlas con la certidumbre de pagar sus créditos.

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