Cambios en la FILEY: Hacer mejor la feria

Dulce María Sauri Riancho
Como rayo en cielo despejado resultó el anuncio que en días pasados hizo el rector, José de Jesús Williams, sobre el cambio en la dirección de la Feria Internacional de la Lectura de Yucatán (Filey). La sorpresa dio paso a algunas críticas y especulaciones, ya que el doctor Williams no se limitó a comentar el fin de un contrato que nadie sabía de su existencia, sino que adelantó, sin precisar, posibles transformaciones en el enfoque y en sus alcances. Los anuncios del rector despertaron reacciones que dejan saber que la Filey tiene adeptos y echó raíces. Por eso preocupa que la mayoría de los comentarios emitidos —por lo menos, los que yo he podido conocer— manifiesten temores por su futuro. Se adelantan escenarios indeseados, como serían su “elitización”, ser engullida por la burocracia academicista o dejar que la estrechez presupuestaria la lleve a su muerte por inanición.

Con apenas cinco ediciones, la Filey ha logrado consolidarse como evento de importancia peninsular y, tal vez, nacional. Su relevancia estriba en la cantidad de personas que la visitan y en el número y la calidad de las editoriales que participan; el alto nivel de las presentaciones y el prestigio de los autores y conferencistas que año tras año acuden. Cabe destacar que de los cuatro recipiendarios de la Medalla “José Emilio Pacheco”, el premio que cada año se entrega como parte de la Filey, tres de ellos: José Emilio Pacheco, Elena Poniatowska y Fernando del Paso, han recibido el “Premio Cervantes”, el máximo galardón en las letras hispanas. Y seguramente el galardonado 2016, Juan Villoro, lo tendrá en un futuro no lejano.
Foto: internet.
Ayer, en los periódicos locales y en otros medios se difundió un comunicado del rector Williams, comprometiéndose a continuar y hacer su mejor esfuerzo para mejorar a la Filey. Despejada la incógnita de la continuidad, quedan numerosas dudas que, en aras de la transparencia, convendría allanar. Destaco algunas: ¿por qué no se renovó el contrato para organizar la Filey? Si era muy caro, ¿cuánto costó? ¿Con qué proyecto o enfoque se pretende sustituir al actual? ¿Qué pasará con el encuentro de UC-Mexicanistas, que año tras año ha organizado Sara Poot Herrera, recién ingresada como miembro de número a la Academia Mexicana de la Lengua? Más allá de la remoción de Rafael Morcillo como director de la Filey, a la hora de escoger a su relevo habrá que considerar el conocimiento que Morcillo tiene del mundo editorial y el cúmulo de relaciones personales que le permitieron consolidar la Filey en tan poco tiempo. No se vaya a equivocar, señor rector, y le salga más caro el coscorrón que el bollo.

Bien valdría sacar enseñanzas de las dificultades que tuvieron que vivir —y siguen teniendo— intentos similares de promoción, como la Semana de Yucatán en México o la Feria de Xmatkuil, esfuerzos que no sólo han logrado el éxito sino, más que eso, han podido generar esquemas de participación que las han enriquecido en sus enfoques, en sus alcances y logros. Baste con recordar que Xmatkuil ha dejado de ser un local que opera tres semanas al año, con numerosas deficiencias materiales, para convertirse en centro de espectáculos y eventos, con excelentes instalaciones, que funciona todo el año, lo que incluye buena parte de los festejos carnavalescos. Y que la Semana, después de una gravosa suspensión de seis años, se reanudó con bríos de alto impacto.

Desde luego que hay mucho por mejorar en la Filey. ¿Por qué no pensar en una estructura colegiada para acompañarla en su “mayoría de edad”? Un Consejo, por ejemplo, que sumara personalidades de las letras y del campo editorial con universitarios de amplio prestigio. ¿Por qué no empezarlo con los recipiendarios de la Medalla J. E. Pacheco?

Apunto algunas ideas que me rondan la cabeza cuando recorro los pasillos y reviso febrilmente sus puestos. Los libros que se ofrecen, siempre novedades, son caros y no hay ofertas de las propias editoriales, de sus ediciones antiguas o de libros descontinuados, muchos de los cuales resultarían atractivos para los lectores. El número y la calidad de las editoriales que participan ha decrecido en las dos últimas ediciones; sus lugares han sido ocupados por librerías, es decir, por intermediarios, lo que aleja el propósito original de la Filey, que es ofrecer una relación directa libros-lectores. Para las editoriales universitarias y de centros de investigación, trasladarse hasta Mérida y permanecer 10 días puede resultar sumamente oneroso. Ante esta situación se pueden ofrecer fórmulas de gestión colectiva que incentiven la participación de estas editoriales en una feria patrocinada justamente por una Universidad. La concurrencia de grupos de estudiantes, sobre todo de los municipios, sigue siendo un pendiente por atender. ¿Y si la Filey promoviera el “trueque” de libros usados entre lectores? UC-Mexicanistas nos muestra el camino para promover encuentros similares en temas afines, como literatura y ediciones en maya o lenguas originarias; divulgación de la ciencia; talleres para formatear y editar libros; encuentros y seminarios de periodismo escolar, foros de teatreros, poetas y periodistas culturales, como los hay ahora de caricaturistas.


La Filey la inició la Uady, pero ya es de la sociedad yucateca. Cuídela, por favor, señor rector. A usted le corresponde el reto de madurar uno de los frutos más nobles que ha gestado la Universidad en las últimas décadas.

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