Encuesta Intercensal 2015. Retrato yucateco
Dulce María Sauri Riancho
Los
censos tienen un lugar especial en la historia de los pueblos. Dice San Lucas
(2, 1-7) que por uno de ellos, ordenado por el emperador romano César Augusto,
Jesús nació en Belén de Judea, y no en Nazaret donde residían su madre María y
San José. En pleno siglo XXI los censos y recuentos poblacionales tienen un
valor fundamental, como un retrato de la sociedad y de sus habitantes, que
describe con exactitud y precisión estadística su estructura y su dinámica. En
México, desde 1895 se realizaron censos que a partir de 1930 se levantan cada
10 años. Sin embargo, los cambios acelerados que caracterizan a la sociedad
actual han hecho que 10 años sean un periodo demasiado largo para detectar y
enfrentar problemas en forma oportuna. Por eso, a partir de 1995, se realizan
conteos de población entre censo y censo, mediante una muestra representativa,
a fin de disponer de información válida y oportuna sobre los más relevantes
cambios acontecidos en ese periodo.
Hace
unos días se dieron a conocer los resultados del Conteo 2015. En abril de este
año éramos casi 120 millones de mexicanos, de los cuales 2.1 millones vivimos
en Yucatán, todavía la entidad más poblada de la península. Mérida continúa
siendo el municipio más grande, con casi 900 mil habitantes (892,363). Kanasín
(96,317) desplaza del segundo lugar a Valladolid (80,313) y a Tizimín (77,621),
en tanto que Progreso (59,122) recupera su sitio, al rebasar a Umán (55,261),
que queda en quinto lugar. En tanto, el sur se muestra más rezagado, pues los
dos municipios con población más numerosa, Tekax (42,440) y Ticul (40,161),
ocupan los dos últimos sitios del selecto grupo de los ocho mayores.
En la
zona metropolitana de la ciudad de Mérida, que comprende además de la capital,
a Kanasín, Progreso, Conkal, Umán y Ucú viven 6 de cada 10 habitantes del
estado. Tal vez alguno de ustedes, amigos lectores, elevará la ceja sorprendido
porque el municipio de Mérida no alcance aún la mágica cifra del millón de
pobladores, más cuando el intenso movimiento de vehículos automotores y los
problemas de tráfico parecerían indicar que hace rato rebasamos esos números.
No es así, lo que refuerza la necesidad de realizar una correcta apreciación de
los problemas de movilidad urbana, que no provienen necesariamente del
crecimiento poblacional ni de las familias de otras partes del país que han
trasladado su residencia a Mérida, por cierto, muchas menos de las que nos
imaginamos. El Conteo también muestra otra característica importante que
compartimos con otras regiones de México: el envejecimiento de la población,
que se traduce en un porcentaje cada vez más grande de ancianos, pues casi 8 de
cada 100 yucatecos son mayores de 65 años, uno más que cinco años atrás. De
estas cifras se desprende la urgencia de trazar políticas públicas para atender
las necesidades de un grupo creciente de la población, que van desde atención
especializada en las instituciones de salud, hasta cuestiones relacionadas con
el trabajo y la recreación.
Los datos
del Conteo revelan que existen 565 mil viviendas habitadas en Yucatán, que
representan el 1.7% del total nacional. Casi una tercera parte de ellas
registran que alguno de sus habitantes recibe ingresos monetarios provenientes
de programas del gobierno (31%). Este porcentaje es uno de los más elevados de
la república que, sumado a los pagos por pensiones y jubilaciones y al dinero
enviado por familiares en Estados Unidos (2%), arrojan que en la mitad de las
viviendas yucatecas se perciben ingresos que no provienen de las remuneraciones
al trabajo de alguno de los miembros de la familia. La dependencia de los
programas gubernamentales por parte de un amplio sector de la población
yucateca es un factor de alta vulnerabilidad ante los posibles recortes del presupuesto
público debido a los problemas económicos que asuelan al país.
En 29
(28.6%) de cada 100 viviendas habitan familias encabezadas por una mujer, que
es a la vez, madre, proveedora del principal ingreso y sostén de los otros
miembros. En la información del Conteo destaca que cinco años atrás, en 2010,
eran apenas 22 (22.4%) de cada 100. ¿Qué situación social se ha presentado para
que se hayan incrementado en más de seis puntos los hogares con jefatura
femenina en Yucatán? Las respuestas a éstas y otras preguntas ayudarían a un
mejor diseño de políticas de apoyo a las mujeres-madres trabajadoras.
Yucatán
es el segundo estado del país con población que se autorreconoce como indígena,
en el caso nuestro, como parte del pueblo maya. Sólo Oaxaca nos rebasa por muy
poco (65.7% a 65.4%). La población que habla la lengua originaria es menor, 28
de cada 100 personas mayores de 3 años. En porcentaje, hubo una disminución
entre los mayahablantes en los últimos cinco años, pero los yucatecos que se
reconocen a sí mismos como mayas nos revelan las enormes posibilidades de
reforzar y ampliar los lazos de pertenencia e identidad que caracterizan a la
mayoría de los habitantes de la entidad, deteniendo en primer término, la
pérdida de la lengua en las nuevas generaciones.
Éstos
son sólo algunos asuntos de interés que la Encuesta Intercensal 2015 nos puede
mostrar. Espero que los planificadores de políticas públicas y todos aquellos
preocupados por el bienestar de la sociedad la estudien con detalle. Basta con
aprovechar que el 30% de las familias yucatecas tienen internet y acudir al
sitio www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/encuestas/hogares/especiales
para encontrarnos con una herramienta que puede ayudar a comprender de mejor
manera el complejo presente que vivimos.— Mérida, Yucatán.