Aniversario 3 de gobierno. Tijeras de tres años

Dulce María Sauri Riancho
El jueves 1 de octubre Rolando Zapata cumple tres años como gobernador de Yucatán. Esta fecha marca el final de la primera parte de su gobierno y el inicio de la cuenta regresiva, hasta 2018. El gobernador tiene varios motivos para estar contento. Hace unas semanas, en el mes de agosto, Consulta Mitofsky, empresa dedicada a los estudios de opinión pública a nivel nacional, realizó una encuesta para medir la aceptación entre los yucatecos del desempeño del Ejecutivo del estado y del presidente de la república. Ambos, Zapata y Peña Nieto, salieron bien de la prueba. A grado tal, que casi tres cuartas partes de la población yucateca aprueba la gestión de Zapata Bello, el índice más alto registrado en las 32 entidades. Caso especial es el del presidente Enrique Peña Nieto. A diferencia de otras partes del país, donde domina el desacuerdo con la gestión presidencial y sólo cuatro de cada 10 personas lo apoyan, las cifras yucatecas contrastan, pues seis de cada 10 están de acuerdo con la forma como realiza su función de gobierno.

Habrá quien considere que las encuestas son un ejercicio inútil y oneroso para el bolsillo de quien las paga. En este caso, basta con salir a la calle, platicar con vecinos, parientes o compañeros de trabajo o de escuela para percatarse que el gobernador tiene fama de trabajador, serio en su desempeño y modesto en su conducta. Además, la entidad aún resiste exitosamente la irrupción del crimen organizado. No así los delitos cometidos contra el patrimonio de las personas —robos, asaltos, despojos— y, desgraciadamente, contra la vida de mujeres y hombres jóvenes en distintas partes de la entidad. Una parte muy importante de la definición de los programas que ayudarán a prevenir situaciones y combatir rezagos está sucediendo ahora, en la Cámara de Diputados, donde tendrá que definirse el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2016. “Tijeretazo al futuro”, así calificaron la Coparmex y el Centro de Estudios para la Competitividad en afortunada frase, a los recortes presupuestales que, de concretarse, tendrían un impacto negativo en las posibilidades de desarrollo de la entidad y un efecto severo sobre la misma imagen exitosa del gobernador del Estado. De acuerdo con el análisis realizado por la organización empresarial, ni en términos de obras ni de recursos destinados al Ramo 23 se consideran las más apremiantes necesidades de Yucatán. De hecho, el proyecto del PEF registra un recorte de fondos asignados para la realización de cinco obras prioritarias: la rehabilitación del ferrocarril Mérida-Coatzacoalcos; el nuevo Centro de Convenciones; la plataforma logística; las obras en Chichén Itzá y el Centro de Trova. Me detengo en el primero: el ferrocarril. La relevancia de la reconstrucción de los tramos de vía ferroviaria hacia el centro y norte del país es mayúscula. Sin esta opción de transporte de grandes volúmenes a precios competitivos, incrementar la productividad del sector industrial del estado se vuelve una ilusión. Cuando se canceló el proyecto del Tren Transpeninsular, el gobernador Zapata logró el compromiso presidencial de apoyar con recursos suficientes la reconstrucción del ferrocarril; y se cumplió en 2015.

Pero parece que el gas de las promesas presidenciales se disipó en el humo de los recortes. Suspender la rehabilitación del tramo Mérida-Coatzacoalcos o hacerla a un ritmo más lento del previsto lastimará posibilidades de nueva inversión industrial en Yucatán e, incluso, podría amenazar la concreción de proyectos ya anunciados para la entidad, que podrían sucumbir ante dificultades insalvables para obtener sus insumos o bienes intermedios a precios competitivos con otras regiones del país. Por estas razones, es prioridad restablecer en el PEF 2016 los recursos necesarios para que la obra del ferrocarril Mérida-Coatzacoalcos avance conforme a los tiempos inicialmente convenidos. La tijera del Ejecutivo federal se paseó también por las asignaciones para obras carreteras, entre las que destaca la de Mérida-Celestún, tramo Mérida-Tetiz, el rumbo donde se realizan las obras para la edificación de la nueva planta cervecera.


Por mi parte, imagino al gobierno de Yucatán como un inmenso lago que goza de gran placidez, porque sus aguas superficiales poco se mueven por la falta de viento. Pero abajo, en las aguas subterráneas de la entidad, se agitan otras fuerzas y problemas que, de no ser atendidos en los próximos tres años, dañarán la convivencia social y los valores asociados a la paz y a la seguridad de los que estamos tan orgullosos. El gobernador Zapata Bello tendrá que hacer una firme alianza con los legisladores yucatecos de todos los partidos políticos, para defender al futuro de la entidad del ejercicio irreflexivo de la tijera presupuestal. Dicen, con razón, que lo único que no se puede recuperar es el tiempo. Y eso sería lo que podríamos perder como sociedad, si no presionamos para que nuestras prioridades se vean reflejadas en el PEF 2016. Afortunadamente, en la nueva legislatura federal varios diputados yucatecos están en posiciones de toma de decisión sobre estos asuntos. Es el caso de los diputados Jorge Carlos Ramírez Marín y de la ex gobernadora Ivonne Ortega Pacheco. Ojalá usen esa capacidad de gestión de la que son poseedores para ayudar a Yucatán. Sin recelos injustificados ni politiquerías que escatimen esfuerzos para lograr el objetivo de más recursos presupuestales federales para Yucatán, no en cualquier rubro, sino para estos proyectos estratégicos.— Mérida, Yucatán.

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