El caso del alumbrado de Mérida. Luz ¿opaca o transparente?


No era que tuviéramos una iluminación a la altura de una ciudad de “primer mundo”, pero al menos despejaba las tinieblas de las noches con una razonable eficiencia. La administración municipal anterior decidió cambiar las luminarias, es decir, los focos, de la totalidad de los postes y arbotantes de Mérida, con los argumentos de irradiar más luz y ahorrar en los pagos mensuales a la CFE. Ni uno ni lo otro sucedió. Impotentes, los vecinos vimos cómo se sustituyeron los modestos focos por los nuevos portadores de penumbras que, además, fallaban o fallecían de “muerte súbita”, condenando a la calle entera a la más completa oscuridad.
El camino que decidió recorrer el nuevo Ayuntamiento para restablecer la calidad del alumbrado público de Mérida tiene dos partes: una, dar por cancelado el contrato con la empresa encargada de arrendar el alumbrado y, dos, comprar las nuevas luminarias que sustituirán a las defectuosas o apagadas que cuelgan actualmente de los postes.
La decisión de dar por finiquitado el contrato con la empresa ABC Leasing conlleva cuando menos dos procesos judiciales: uno, un juicio mercantil por el tema del arrendamiento, promovido por la empresa que arrendaba las lámparas; y, dos, uno o varios procesos penales, destinados a deslindar responsabilidades de las y los funcionarios municipales que hayan incurrido en irregularidades a la hora de convocar la licitación, adjudicarla y contratar los servicios bancarios y financieros para pagar los más de 400 millones de pesos. Independientemente de la importancia que revisten estos juicios, a las y los ciudadanos nos corresponde solamente estar atentos al desempeño de las autoridades, tanto las municipales, que aportarán las pruebas, como de la Fiscalía General que investigará, como de las autoridades judiciales que habrán de desahogar los casos y establecer el grado de responsabilidad de los presuntos implicados.
La segunda faceta del caso de las luminarias podría implicar una gran participación de la ciudadanía. Más todavía si las autoridades municipales se decidieran a dar un salto hacia adelante y realizaran un ejercicio ejemplar de transparencia. Para sustituir las lámparas apagadas (se reportan 10 mil en ese estado) y como una manera de sustituir las 72 mil restantes sin poner en riesgo la continuidad del servicio de alumbrado, el Ayuntamiento propuso y el Cabildo aprobó la “compra directa”, esto es, sin que medie proceso de licitación abierta, sino por invitación de las propias autoridades municipales. Los regidores del PRI se opusieron a tal decisión, apoyándose en los riesgos de corrupción que conlleva una operación tan costosa y tan compleja.
Los argumentos de los regidores del PRI son lógicos y encuentran eco en la mente de las y los ciudadanos. Por eso el alcalde Barrera Concha se apresuró en proponer y convocar no a una, sino a dos comisiones: la primera, integrada por regidores y representantes de los partidos; la segunda, una “comisión ciudadana” integrada por técnicos especialistas y representantes de organizaciones sociales. No es suficiente. Urge un verdadero “golpe de timón” de las autoridades municipales, que genere certidumbre de que no se caerá en las mismas conductas que ahora se denuncian, además de asegurar una iluminación con la calidad que corresponde a nuestra ciudad capital.
La propuesta es muy simple. Se trata de que el alcalde Barrera Concha aproveche la complejidad del asunto para hacer un ejercicio ejemplar de transparencia y de rendición de cuentas, fincados en una estrategia de comunicación hacia la ciudadanía. En vez de multiplicar los intermediarios y de agregar elementos de desconfianza al “sospechosismo” que nos ahoga, que regrese a la esencia de la representación ciudadana y que informe, abierta, detallada y oportunamente, como en un gran pizarrón, a qué empresas invitaron, de dónde son, cómo se llaman sus socios, así como los años que tienen en el mercado. Que dé a conocer los requerimientos técnicos exigidos, en lenguaje sencillo y claro. Que sepamos si contemplan la existencia de una amplia vegetación en nuestras calles, que debe ser respetada, pero que no puede ser excusa para la penumbra del servicio. Una vez que resuelvan la adjudicación, que expliquen en idioma llano cuáles fueron las propuestas económicas y por qué se escogió tal o cual sobre el conjunto de las presentadas.
Y que la cosa no termine allí. Que la ciudadanía misma supervise, a través de los vecinos de cada colonia o fraccionamiento, la instalación de cada lámpara y que califique la calidad de la iluminación en cada sector de la ciudad, de cada calle, de cada cuadra. Que se reporten deficiencias y que se haga saber la atención de las mismas.
Actuar con absoluta transparencia e informar, sencilla fórmula que puede convertir el marasmo de insatisfacción, de dudas y de acusaciones, en un ambiente de confianza y de participación. Será la diferencia entre una luz opaca, sin vida, como la que tenemos ahora, y una luz transparente que irradie confianza y disipe las penumbras. Se podrá comprobar entonces qué fácil resulta gobernar cuando no se tiene otro interés que el de servir y qué sencillo es cumplir las tareas y vencer los retos, cuando sociedad y gobierno se saben partes de un todo y asumen el papel que les corresponde.- Mérida, Yucatán.

Entradas populares de este blog

2010: entre augurios y premoniciones

Yucatán: fortalezas, debilidades, amenazas, oportunidades

Vieja virtud: "Veo, oigo y ¿callo?