Aire fresco en las campañas electorales
Dulce María Sauri Riancho
–Jóvenes
de mayo
Hubiese sido un foro más de los muchos a los que acude un candidato presidencial en busca del triunfo. El escenario del encuentro que llevaba por título Buen Ciudadano a celebrarse en la Universidad Iberoamericana el pasado viernes 11 parecía no tener mayores problemas. Egresados de sus aulas son el presidente del CEN del PRI, Pedro Joaquín Coldwell; el secretario general de la CNOP, Emilio Gamboa Patrón. De allá mismo es Josefina Vázquez Mota, entre los personajes políticos sobre los cuales brillan los reflectores en estos momentos. La dinámica de las preguntas hacia el candidato Peña Nieto fue similar a otras reuniones, quizá más insistentes y demandantes de respuestas puntuales, sin evasivas. A todas contestó Peña, aunque no necesariamente gustaron, como sucede en otras partes. Entonces ¿qué fue lo que hizo a la Ibero y a sus alumnos el centro geográfico de un movimiento telúrico que recorre las campañas electorales? Me atrevo a contestar que fue el ambiente, quizá cargado de suspicacia por la inicial cancelación del candidato del PRI, “por estar preparando el debate” del 6 de mayo. O quizá lo provocó la exhaustiva revisión a la que fueron sometidos todos los estudiantes por el equipo de seguridad del candidato del PRI.
Si adentro, en el auditorio, los
articulados argumentos de quienes preguntaban y de las respuestas del candidato
Peña Nieto fue lo que dominó, no sucedió así fuera de la sala, donde la
protesta y el rechazo crecieron. Desde luego, ninguna imagen apareció en los
noticiarios nocturnos de la televisión y en contados espacios radiofónicos se
hizo alusión al hecho. Tal vez sus estrategas noticiosos pensaron que el fin de
semana haría olvidar la nota, sepultada entre las informaciones,
desgraciadamente habituales sobre violencia, inseguridad y muerte. Pero no fue
así. La reacción juvenil ante la descalificación de su protesta en varios
medios de comunicación, impresos y electrónicos, motivó que levantaran su voz
con inusitada fuerza, gritaran sus argumentos y se movilizaran, ellos, los de
la Ibero y los estudiantes de otras universidades, públicas y privadas.
Los incidentes verbales son riesgos
presentes en toda campaña política de cualquier nivel, más cuando se trata de
la presidencia de la República.
Hace casi 24 años, en 1988, hubo un
difícil evento que enfrentó Carlos Salinas como candidato del PRI, en La
Laguna, con grupos de campesinos que sufrían las consecuencias de la crisis
económica de esos días.
Con menos publicidad quizá, pero los
representantes de otros partidos también han tenido sus propios tragos amargos
cuando se les cuestiona e incluso increpa por un ciudadano desesperado o,
simplemente, por un apasionado seguidor de su adversario. Yo veo a estas
situaciones como una oportunidad para fraguar carácter y reto para cuajar el
liderazgo indispensable para gobernar. No están los tiempos para el conforte ni
la segura lejanía que brindan los auditorios a modo. No es la realidad del país
y quien aspire a gobernarlo tiene que actuar en consecuencia.
Pero la verdadera sorpresa es la
actitud de la juventud. Reconozco que me equivoqué cuando planteé la lejanía de
todos los jóvenes del proceso electoral por desinterés o apatía. Cuando expresé
preocupación por la ausencia de ese espíritu contestatario presente en la
juventud de los años 60, que salió a la calle a protestar y fue víctima de la
represión en 1968 y en 1971. Cuando creí que había desaparecido el ánimo de
lucha, abrumados por los problemas cotidianos de educación, empleo, inseguridad
que azotan principalmente a quienes todavía no cumplen 30 años. Cuando olvidé
que la imaginación y la creatividad de la juventud puede ponerse al servicio de
las mejores iniciativas de la sociedad. Cuando consideré que el pasado no les
interesaba ni como historia, menos para rechazarlo.
Cada generación elige sus propias
causas y la forma de luchar por ellas. Pero el puente entre aquel lejano 1968 y
2012 son los valores que motivan y los principios que defiende la juventud de
entonces y de ahora: libertad, justicia, poner fin a los privilegios, aunque
provengan de una clase social y una condición privilegiada por el simple hecho
de ser estudiantes universitarios.
Como sucedió hace muchos años en París
y en Berlín, nuestros jóvenes de mayo han abierto una rendija para dar salida al
entusiasmo y la esperanza, perdidos ambos en la rutina de lo previsible. Están
sacando esta campaña de la pasividad ciudadana y del aburrimiento que se habían
adueñado de ella. Cuán lejos vayan, en las próximas semanas lo sabremos. Por lo
pronto, me da mucho gusto haberme equivocado.- Mérida, Yucatán.
El puente entre aquel lejano 1968 y 2012
son los valores que motivan y los principios que defiende la juventud de
entonces y de ahora: libertad, justicia, poner fin a los privilegios.