"Dream team" para gobernar. México y Yucatán necesitan equipos soñados.

Dulce María Sauri Riancho

Pocas novedades han traído los días de precampaña. Una vez despejada la incógnita de los candidatos a la Presidencia de la República en el PRI y en la coalición de izquierda, a la curiosidad ciudadana sólo le restaría conocer el resultado de la contienda interna de Acción Nacional para completar el trío de quienes disputarán la titularidad del Poder Ejecutivo de México.

Lo mismo sucede en Yucatán. Definida la candidatura priísta, el PAN hará lo propio en unos cuantos días. Ahora nos encontramos en un tiempo político extraño en que la ley electoral prohíbe a los precandidatos únicos hacer proselitismo a su favor, pero todos ellos realizan reuniones, verdaderos mítines masivos, aunque -eso sí- no invitan todavía a votar a su favor. En los hechos, el único cambio que percibimos los ciudadanos tiene que ver con la publicidad y la propaganda en los medios de comunicación, pues todavía podemos escuchar la radio y ver la televisión sin el tiroteo de promocionales que poco o nada dicen.

Esta "abstinencia" forzosa de comerciales ha propiciado que, al menos por unas semanas, se le preste atención a los discursos y planteamientos que realizan los distintos precandidatos. Entre las propuestas me ha llamado particularmente la atención que Andrés Manuel López Obrador haya decidido dar a conocer a quienes invitaría a formar parte del gabinete presidencial si gana la elección del 1 de julio.

Sin lugar a dudas, es una transgresión del código de secrecía que ha acompañado la composición de los equipos de primer nivel en el Poder Ejecutivo, ya sea federal o de los estados. Como si se tratase de apostar a la ruleta, no es sino hasta el último momento, en las meras vísperas de recibir la investidura de presidente de la República o gobernador, que se dan a conocer los nombres de las personas que formarán parte del primer círculo de la administración pública.

Atrás de esa dilación está la complicada maraña de negociaciones que se entablan en el interior del equipo triunfador y entre éste y los oscuros grupos de interés. En buena medida, la confección del gabinete significa el primer pago de "facturas políticas" para quienes participaron en la campaña, por lo que la asignación de algunas carteras, principalmente las que disponen de abundante presupuesto, se da más por la lealtad personal, al margen de la trayectoria profesional y la experiencia administrativa del futuro funcionario. Ese mismo día comienzan las decepciones de los ciudadanos que, expectantes, esperaban el cumplimiento de las promesas y compromisos realizados por el candidato triunfante. Son primeras que quedarían sin cumplir...

Pero ¿qué se puede esperar de quien poca o ninguna experiencia tiene en el área para la cual fue nombrado? De entrada, pérdida de tiempo y, muchas veces, abandono de programas que funcionaban con eficiencia. Sexenio tras sexenio hemos presenciado cómo se elimina de un plumazo a quienes efectúan el trabajo operativo en las dependencias pero que cometieron el pecado de colaborar en la administración anterior.

López Obrador ha puesto nombre y rostro a seis de las más importantes dependencias de la administración pública federal. Para la Secretaría de Gobernación propone a Marcelo Ebrard, actual jefe de Gobierno del Distrito Federal. Para Educación, a Juan Ramón de la Fuente, exitoso ex rector de la UNAM y ex secretario de Salud. En Hacienda estaría un economista con sólida formación, Rogelio Ramírez de la O. El ex director de la Facultad de Ingeniería de la UNAM Javier Jiménez Espriú sería el responsable de Comunicaciones y Transportes, de la cual ya fue subsecretario. Claudia Schembaum tendría a su cargo Medio Ambiente, donde pondría en juego su experiencia laboral y sus conocimientos académicos.

La sexta propuesta de López Obrador, para la Secretaría de Economía, es el empresario Fernando Turner, ligado a la industria del acero del norte del país, quien ha expuesto con amplitud las tres líneas del programa lopezobradorista: Estado austero; Combate a los monopolios; Bajos costos de energía y de producción.

Sería una excelente aportación para la causa de la democracia si el candidato del PRI y quien surja del PAN mostraran ante la opinión pública a las personas con quienes se proponen gobernar. Parafraseando el dicho popular: "... Dime con quién andarás y te diré qué harás...". Esto mismo es aplicable para Yucatán. Que los candidatos al gobierno del estado den a conocer públicamente los nombres de las personas que serían responsables, por ejemplo, de Educación, de Fomento Agropecuario, Cultura, Desarrollo Económico, entre otros. Sería una auténtica radiografía, un ultrasonido de las intenciones de quienes aspiran a gobernarnos. Más vale que eviten de antemano falsas expectativas en algunos de sus cercanos y, a cambio, infundan alguna esperanza en el amplio sector de ciudadanos escépticos de la política y de los políticos.

La expectativa ciudadana sobre el primer gabinete de la alternancia, en el año 2000, originó que fuera calificado como el "dream team", el equipo soñado para gobernar de una manera distinta, como lo había mandado la ciudadanía con su voto. Los resultados del sexenio abollaron la corona de este grupo reclutado incluso por "cazadores de talentos" profesionales. Ahora se trata de demandarles a los candidatos que nos revelen de antemano la composición de su "equipo soñado", para ver si compartimos su visión. No vaya a ser que, para la mayoría, resulte en realidad una pesadilla.- Mérida, Yucatán.

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