Fallo en la prevención: Baches, mosquitos y nuevos ayuntamientos

Dulce María Sauri Riancho

Como cada tres años, coinciden los cambios de administración en los 106 municipios de Yucatán con la temporada de lluvias. Así como en la política se han registrado transformaciones al paso de los años, también en el clima y en las copiosas e irregulares precipitaciones pluviales de los veranos yucatecos.

La bienvenida a los nuevos ayuntamientos ha estado sembrada literalmente de baches en las calles y avenidas de Mérida y de otras ciudades del estado. Los mosquitos parecen más feroces y numerosos que en otras ocasiones; todo lo invaden, nada respetan, ni siquiera los templos y los oficios religiosos en los que feligreses y oficiantes por igual nos rascamos y tratamos de ahuyentar a manotazos a los persistentes insectos. ¿Son inevitables compañeros del verano los baches y los mosquitos? Sí y no.

Sí, porque el crecimiento de las ciudades y la urbanización ha pavimentado numerosas calles sin tomar en cuenta el necesario drenaje pluvial, la construcción y mantenimiento de los pozos de absorción para evitar los encharcamientos.

Sí, porque el tema del cambio climático que creemos que sólo es de especialistas impacta la manera como se distribuyen las lluvias durante los meses del año; hay periodos largos de sequía y después precipitaciones copiosas que inundan y dañan cultivos, primero siniestrados por la falta y después por el exceso de agua.

Sí, porque los mosquitos, incluyendo el transmisor del dengue en sus modalidades clásica y hemorrágica y del paludismo que creíamos ya erradicado, se reproducen en los depósitos de agua, en cacharros y desechos, donde anidan sus larvas y después salen a picar muy lejos de donde nacieron.

Sin embargo, mosquitos y baches no son inevitables y permanentes compañeros del verano. La receta mágica es sencilla: prevención y organización, en primer lugar, del gobierno y, desde luego, de la sociedad. Veamos.

Ya se integraron los nuevos equipos administrativos en los recién estrenados ayuntamientos. ¿Cómo recibieron la estructura municipal? ¿Cuál es el estado de la maquinaria y de los servicios de mantenimiento y reparación de infraestructura urbana, como alumbrado público y bacheo? ¿Disponen o no de recursos económicos en caja para afrontar las necesidades cotidianas del aparato administrativo? En Mérida, por ejemplo, la administración saliente afirmó haber dejado disponibles más de $900 millones; la entrante habla de estrechez e incluso de solicitar un crédito para el bacheo urgente.

Después de casi 20 años de administración panista el reto fundamental del nuevo ayuntamiento del PRI es saber distinguir lo bueno que ya se tenía de lo que hay que cambiar. Los servicios municipales habían cumplido razonablemente los programas de bacheo de emergencia para prevenir daños mayores a las calles, en tanto se realizaba la repavimentación de las arterias más afectadas. ¿Se mantendrán esas acciones? ¿Tienen la colaboración plena de los trabajadores que las hacen posibles y de los supervisores que saben cómo hacerlo? Muchas veces se mencionó durante la campaña electoral que uno de los elementos que aportaría un cabildo priista sería la coordinación plena con el gobierno del Estado. Los programas de fumigación para combatir a los mosquitos serían un excelente punto de partida. Aun con distintos partidos en el gobierno, durante un buen número de años nos acostumbramos a escuchar el paso en las madrugadas de las camionetitas blancas diseminando una nube blanca para controlar la proliferación de los insectos; en algún momento, hace varios años, se perdió esa práctica.

Si para el Ayuntamiento meridano recién estrenado es su primer verano, para el gobierno estatal es el cuarto; no debería haber sorpresas ni imprevistos en las cuestiones sanitarias, en especial las relacionadas con el peligroso dengue. Parece que una vez más las autoridades estatales han sido sorprendidas por la plaga de mosquitos; anuncian una respuesta que se antoja tardía e insuficiente ante las necesidades y reclamos de muchos yucatecos no sólo de Mérida, sino de otras poblaciones.

Con algo de prepotencia, un amigo me decía: “¿qué prefieres: picadas de mosquito o agujeros de bala?”, haciendo alusión a la calificación de Yucatán como el estado más seguro del país. No quiero ni una ni otra, porque sé que el gobierno puede y debe mantener la seguridad pública y combatir eficazmente la plaga de mosquitos.

Hace unas cuantas semanas presenciamos el despliegue organizativo de los partidos políticos en busca del triunfo electoral. El programa priista del “voto focalizado” obtuvo un reconocimiento nacional por su eficacia, al visitar casa por casa buena parte de los hogares de Mérida. ¿Será mucho pedir el traslado de ese esfuerzo organizativo a la descacharrización y fumigación de los traspatios? ¿Habría recursos económicos equivalentes para financiar a las brigadas de jóvenes que visitarían a las familias y las ayudarían a deshacerse de la basura y trastos viejos acumulados? ¿Habrá estímulos para el deshierbe y limpieza de baldíos, como los entregados para asistir a los cierres de campaña de los candidatos? Se acerca el 1 de agosto. Bajo el escudo del “Informe Ciudadano” se prevé una vez más realizar una gran celebración. Que por tercera ocasión se celebre la mega jarana; que incluso se proponga establecer un récord Guinness por el número de bailarines, de orquestas y la duración del jolgorio. Pero nada más. El III Informe de Gobierno será en octubre, como manda la Constitución.

Propongo que el dinero que habría de invertir el gobierno del Estado en la publicidad y propaganda para dar a conocer los resultados de su gestión se emplee en auxiliar a las familias y a los productores damnificados del sur de Yucatán; para reforzar a los nuevos ayuntamientos en sus programas de bacheo y sanidad, y para que finalmente los servicios de salud yucatecos tengan un verdadero programa de nebulización para combatir a los mosquitos. ¿Será mucho pedir?— Mérida, Yucatán.

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