Entrevista a Dulce María Sauri para Emeequis

Dulce María Sauri, ex dirigente nacional del PRI: Beatriz renunció a ser una gran líder; su sello, los pactos secretos.

Al igual que Beatriz Paredes, fue presidenta nacional del PRI, gobernadora, diputada federal y senadora. de modo que Dulce María Sauri tiene la estatura política para evaluar la gestión de la actual dirigente de los priístas:

“Lástima, pudo haber sido pero no fue” una gran líder. Dejó de ser la socialdemócrata progresista que presumía ser y cedió ante las presiones de los grupos de poder. Lo peor, lamenta Sauri, es que la gestión de Paredes estará marcada por los “acuerdos secretos” con el gobierno y el PAN, su sesgo para proteger a Enrique Peña Nieto y su debilidad para oponerse, aun individualmente, a la crimina- lización de las mujeres que recurren al aborto. “esa —concluye la yucateca— es una carga muy pesada de llevar”.

Por Vanessa Job (Revista EMEEQUIS; 14 marzo 2010)

Como un enjambre alrededor de su abeja reina, casi todos los ex dirigentes nacionales del PRI flanquearon a Beatriz Paredes luego de su enfrentamiento con el líder y diputado panista César Nava por el acuerdo firmado entre ambos partidos para aumentar impuestos y proteger electoralmente al gobernador Enrique Peña Nieto. La tarde del miércoles 10 de marzo, María de los Ángeles Moreno, Humberto Lugo Gil, Rafael Rodríguez, Pedro Ojeda Paullada, José Antonio González, Humberto Roque e Ignacio Pichardo Pagaza rodeaban a Paredes. Pero no estuvieron todos. Dulce María Sauri, la ex presidenta nacional del PRI, no asistió: estaba en su natal Mérida. Mal le ha pagado el partido por el cual fue gobernadora y senadora. Y tampoco quería sumarse a un apoyo que no comparte. Después del escándalo que provocó el pacto secreto, Sauri tiene qué decir y sin rodeos define a la actual dirigencia de Paredes: “Lo que pudo haber sido y no fue”.

–¿Cómo siente a la dirigente nacional?

–Beatriz Paredes ganó la presidencia del PRI en un competido proceso interno. Su trayectoria la señalaba como una mujer de recias convicciones, con capacidad para enfrentar y ordenar el complejo entramado de relaciones al interior del partido y prepararlo para lograr el triunfo en 2012. Sus posiciones ideológicas anteriores a su arribo a la dirigencia nacional la definían como una mujer progresista, una socialdemócrata convencida de la viabilidad de un cambio de rumbo del país hacia la justicia social y la igualdad.

Ahora Sauri Riancho está desencantada con la ex gobernadora de Tlaxcala:

“Su reciedumbre parece haber cedido ante las presiones de los intereses de los poderes fácticos; ante los intereses cortoplacistas de los procesos electorales y de los personajes involucrados. ¡Lástima! ”.

Así que esta mujer que se distinguió en el Senado por oponerse a la reforma energética que buscaba abrir la industria al capital privado y por rechazar la llamada Ley Televisa que daba a los concesionarios enormes ventajas y un poder amplio, no comparte la manera en que Beatriz Paredes dirige a su partido. Y define, en respuestas dadas a emeequis vía electrónica, cuál será en su opinión la huella de Paredes:

“Es probable que el sello político de su presidencia sean las negociaciones y acuerdos ‘discretos’ o ‘secretos’. Desafortunadamente, de ahora en adelante, bajo su presidencia, cada negociación que culmine en acuerdo entre el PRI y el gobierno o su partido, el PAN, estará cuestionada por la sospecha de las llamadas ‘cartas paralelas’, documentos o compromisos que, sin formar parte formal del tratado, lo mediatizan e incluso cambian su esencia.

“Esa es una carga muy pesada de llevar”.

–¿Cuál es su opinión sobre el pacto secreto que firmaron el PRI y el PAN?

–Desde el punto de vista político, la firma de este acuerdo me despierta muchas interrogantes. Si las elecciones en el Estado de México serán hasta 2011, ¿por qué anticipar un acuerdo con Beatriz Paredes si, para ese entonces, la actual presidenta del CEN del PRI habría concluido su mandato?

¿Será que efectivamente el acuerdo verbal, que no consta en el documento firmado, incluía a varios estados que tienen elecciones de gobernador en 2010, además de Oaxaca, cuyo gobernador abiertamente lo ha admitido?

¿Será que el Estado de México, por su importancia política (número de electores, aspirante más fuerte por parte del PRI, con fuerte influencia entre los gobiernos priístas de otras partes de la República) y económica, actuaría de parapeto y garante del respeto al compromiso del PAN de no coaligarse con el PRD?

Si la determinación fue asumida en aras de la “gobernabilidad del país”, entonces, ¿por qué no dar a conocer a la opinión pública “la buena nueva” de la coincidencia de los dos partidos políticos más grandes en un aspecto de la reforma política, como es el relativo al régimen de coaliciones? ¿No sería algo muy similar a los “acuerdos de civilidad” que promueven partidos y candidatos en cada elección? ¿Por qué entonces la “discreción” o el secreto? Si era tan positivo, ¿por qué no compartirlo? La percepción general es que el PRI negoció con el gobierno el aumento de los impuestos a cambio de ventajas electorales.

–¿Qué opina de que Beatriz Paredes esté beneficiando con este tipo de pactos al gobernador del Estado de México?

–No sé a quién se le ocurrió la idea del acuerdo escrito, ni qué pretendió al proponerlo y exigirlo. Pero si alguien hubiese pretendido dañar la imagen –hasta ahora casi idílica– del gobernador Peña Nieto, no lo hubiese logrado mejor que haciéndolo parte de un escándalo que combina elecciones, negociaciones secretas y aumento de impuestos, todos estos factores envueltos en torpeza.

No puedo ver el daño sufrido por el gobernador del Estado de México como un “daño colateral”. Su figura política y las expectativas que se han creado en torno suyo hacen muy difícil imaginarlo como un personaje engañado por otros o, toda-vía peor, engañando a otros.

–¿La preferencia hacia Peña Nieto puede crear división y enojo en el PRI, sobre todo en quienes están interesados en ser candidatos presidenciales?

–Una y otra vez se ha mencionado la necesidad de crear dentro del PRI condiciones de equidad, de iguales oportunidades para todos los interesados en participar en la contienda interna por la candidatura a la Presidencia de la República como una condición básica para ganar en 2012. Esa debió ser la principal experiencia dejada por el proceso de 2006.

Si asumimos que los 18 gobernadores priistas –todos ellos– son potencialmente aspirantes a la candidatura presidencial; si consideramos que la viabilidad del triunfo en 2012 pasa por un buen resultado electoral en 2010, haría entendible la preocupación de varios de ellos en torno a estos acontecimientos.

La militancia priísta, es obvio, está incómoda con el escándalo y las revelaciones. Si se logra fijar en el imaginario colectivo que el PRI es el culpable del aumento de los impuestos –incluidos gasolina, gas y electricidad– y de los precios, los primeros en resentirlo serán, una vez más, los leales militantes.

–¿Esto debilita a Beatriz Paredes al interior del PRI y con los ciudadanos?

–En su papel de oposición, lo más valioso con que cuenta un dirigente partidista es su credibilidad y su autoridad moral. Cuando éstas se lesionan o se desvanecen, las consecuencias las vive también la organización que encabeza.

Lo más difícil de remontar es el rechazo ciudadano a la política y a los políticos, que ya era alto y que ha agudizado la revelación de este acuerdo. Nos invade la sensación de impotencia para cambiar la situación de violencia, falta de empleo, pobreza y otros graves problemas que atañen a la sociedad, que deberían estar siendo discutidos y resueltos por el gobierno y el Congreso. Eso no sucede.

Los debates en la Cámara de Diputados sólo han contribuido a profundizar esta percepción de descomposición de la política entre la ciudadanía.

–¿Beatriz Paredes está equivocando el rumbo con su prolongada indefinición en el aborto o el pacto secreto con el PAN?

–Electoralmente, la presidencia de Paredes ha tenido el más consistente y sostenido avance. Inició con el triunfo en Yucatán, dos meses después de asumir la presidencia del partido, en 2007; avanzó notablemente en las elecciones federales intermedias y en cinco de las seis gubernaturas.

El gran pendiente de la presidencia del PRI está en darle destino cierto, de cambio de rumbo, a los triunfos electorales del partido. Definir con claridad cuál es el nuevo proyecto de gobierno, las nuevas y distintas relaciones entre los gobiernos priistas y la sociedad; cómo hacer transparente el ejercicio de gobierno; cómo rendir cuentas en forma efectiva. A dónde se propone el PRI llevar a México si gana en 2012.

La mayor disyuntiva de Beatriz Paredes está entre intentar el cambio, aunque no lo logre por las poderosas resistencias internas, o dejar que la inercia política la conduzca hacia la conclusión de su mandato. En esa aparente placidez de no enfrentar los obstáculos, de asentir con los silencios o las ausencias, está su mayor riesgo.

–En el tema de la criminalización de las mujeres que abortan, Beatriz Paredes recibió muchas críticas por ser mujer, presidenta nacional y autodefinida como progresista, pero que no apoyó el derecho a decidir de las mujeres. ¿Cómo vio esto?

–Respondo con una anécdota: Jesús Reyes Heroles era presidente del PRI, en 1974, cuando se aproximaba la fecha de la nominación del candidato a la gubernatura de Veracruz, su estado de origen.

Eran los tiempos en que la palabra del Presidente de la República definía al candidato. Surgió el nombre de “Carbonell de la Hoz”. Don Jesús, hombre de contundentes expresiones, respondió con una frase: “Yo, como veracruzano, no voto por él”. El señor Carbonell no fue candidato; Reyes Heroles, meses después, fue separado de la dirigencia nacional del PRI.

Creo que sólo hubiera bastado con un oportuno: “Yo, como priísta, no voto por las reformas”, en voz de la presidenta nacional del PRI. Quizá eso no hubiese detenido a quienes por convicción o conveniencia se aprestaban a promoverlas y aprobarlas. Pero para muchos, principalmente militantes y simpatizantes del PRI, hubiese sido un signo claro de deslinde y una toma de posición indubitable.

–Usted ha sido crítica pero leal al PRI. En junio pasado subió a internet unos videos en donde decía a los ciudadanos que “así no” se podía votar por los políticos y promovió el voto en blanco. ¿Cómo ve el panorama en el PRI ahora?

–El PRI parece estar sumido en una estrategia de contención de daños en la opinión pública. Sin embargo, pronto deberá hacerse un balance de las consecuencias de las turbulencias de estos días.

Primero, cuántos estados realmente contarán con coaliciones electorales y candidatos comunes; cuántos en condiciones reales de competir contra el PRI. Finalmente, cuántos ganará el PRI y cuántos las coaliciones o el PAN o el PRD por separado.

Después de las elecciones de julio se verá la inutilidad del desgaste de estos días. Del PRI, por hacer pactos para evitar las coaliciones, porque habría ganado, aun teniéndolas como adversarias. Del PAN, por haber perdido en las contiendas electorales, a pesar de sostener contra viento y marea las alianzas con el PRD.

Si el PRI pierde, la justificación estará en que las coaliciones no se pudieron evitar; en el incumplimiento del PAN y su gobierno. Si el PAN gana, habrá triunfado la visión y la habilidad de sus dirigentes –reales y formales– para llevar adelante las alianzas con su némesis, el PRD.

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